Alimentación emocional

18.08.2021

La alimentación es una necesidad básica para mantener la vida. Nuestro organismo precisa para el adecuado sostén de sus funciones vitales la ingesta de una determinada cantidad, calidad y variedad de nutrientes que incorporamos a nuestro cuerpo a través de la alimentación. 

Nuestra conducta alimentaria se forja en el seno de la familia y el entorno social inmediato donde aprendemos qué alimentos ingerir, de qué forma prepararlos, de qué manera combinarlos y las normas socialmente aceptadas a la hora de consumirlos (Chinchilla, 2005). Y no sólo eso, nuestra conducta alimentaria también se puede ver influenciada por las variaciones de nuestro estado psicológico, afectivo, emocional o relacional, incidiendo sobre el modo de alimentarnos, tanto en la cantidad como en la calidad de los alimentos (Clerget, 2011), lo cual, en ocasiones, puede derivar en trastornos del comportamiento alimentario, debido a una mala regulación de las emociones que termina afectando el peso corporal y el adecuado funcionamiento de nuestro organismo. 

La alimentación no sólo aporta los nutrientes y la energía necesarios para mantener la salud, también constituye un aspecto muy importante del sistema emocional. A cualquier edad, tanto el beber como el comer pueden utilizarse para consuelo, colmar un vacío, compensar el aburrimiento o atenuar la tristeza (Bruch, 1973). El comedor emocional tiene dificultades para la identificación de sus emociones y las sensaciones de hambre, así como baja capacidad para comunicar sus sentimientos. Geliebter y Aversa (2003) realizaron una investigación para examinar una amplia gama de emociones así como diversas situaciones en relación con el sobrepeso, el peso normal y el bajo peso de los individuos, encontrando que comer en exceso o muy poco durante algunos estados emocionales podría finalmente conducir al sobrepeso o bien al bajo peso. Clerget (2011) refiere que los comedores emocionales fijan su atención en los alimentos como una manera de no pensar en las emociones "negativas", pero también como una forma de evitar tener conciencia de sí mismos. A veces, una ingesta alimentaria excesiva puede explicarse por un intento de impedir que se produzca una irrupción de pensamientos, recuerdos, sentimientos o emociones dolorosas. Los estados emocionales pueden tener efectos importantes en el comportamiento alimentario y el resultado, puede ser comer en exceso o muy poco, sin embargo, la emoción en sí misma no puede ser responsable de la ingesta excesiva. La verdadera causante del sobrepeso corresponde más bien a la forma en que la persona afronta la emoción y solamente al conocer los factores emocionales que intervienen en la alimentación se pueden reforzar los hábitos saludables que permitan alcanzar y mantener un peso óptimo. Los hábitos alimentarios son un reflejo de las necesidades afectivas y de la situación mental de la persona y repercuten en su salud tanto positiva como negativamente.

La alimentación emocional es una dimensión de la conducta alimentaria que explica la relación entre la comida y las emociones en la persona, la familia y la cultura. El comer emocional ocurre debido a la incapacidad de los individuos para distinguir entre las sensaciones de hambre y la activación emocional. De acuerdo a Smichdt (2008), personas agradecidas que se encuentran en una situación adversa, probablemente tienden a reducir la tensión comiendo, durmiendo en demasía, llorando, o bien somatizando sus preocupaciones, esta descarga emocional, es su estilo de afrontamiento, por ello el tema de Alimentación emocional toma un papel de importancia clínica, dado que si las personas reconocen el vínculo entre la emoción y las opciones de alimentos poco saludables que eligen, pueden tener conciencia sobre lo que consumen y tomar decisiones más adecuadas cuando se encuentran ante una adversidad, podrán ser capaces de tomar distancia y evaluar si en realidad se trata de hambre o simplemente de un detonante emocional. Para cada persona esta problemática puede ser diferente, ya sea que la alimentación emocional se asocie con menor atención a la emoción, o al contrario, mayor atención a la emoción y nula a la alimentación, cuando las personas comen sin pensar en la cantidad o calidad de alimentos que ingieren. Si estas aquí, leyendo este artículo, es porque en NutriCION encontramos que para tí es importante, en el proceso de alcanzar tu estado óptimo de salud, ser más consciente de tus experiencias emocionales. 

Qué es una emoción

Una forma sencilla de entender las emociones es a través de la metáfora de las alarmas de seguridad: las emociones son respuestas que alertan, o avisan, acerca de aspectos del entorno. La emoción es una respuesta psicológica básica ante estímulos o situaciones concretas, que cumple una función adaptativa y de supervivencia. Se dice que es básica pues se trata de respuestas muy antiguas, que desarrollamos hace miles de años, forman parte de nuestro proceso de adaptación y existen en todos los seres humanos, independientemente de la cultura. 

Además, las emociones son patrones de respuesta tanto fisiológicas como conductuales que se vuelven típicas y se caracterizan por tener una intensidad y una temporalidad. Por lo general son explosivas y de breve duración, apenas unos segundos. Cuando surge una emoción experimentamos cambios a nivel de músculos, sistema nervioso vegetativo y sistema endocrino. 

Las emociones tienen 3 funciones principales:

  1. Función adaptativa: prepara al organismo para la acción siendo ésta una de las más importantes. Gracias a esta capacidad podemos actuar eficazmente.
  2. Función social: expresan nuestro estado de ánimo y facilitan la interacción social para que se pueda predecir el comportamiento. Además de la expresión oral, cobra mucha importancia la comunicación no verbal que se refleja, en muchas ocasiones, de manera inconsciente.
  3. Función motivacional: existe una relación entre motivación y emoción ya que ambas se retroalimentan. Cualquier conducta motivada produce una reacción emocional, a la vez que cualquier emoción impulsa la motivación hacia algo. Por ejemplo, si nos sentimos alegres cuando estamos tomando acciones que favorecen nuestra salud, estaremos más motivados para repetirlas hasta lograr los resultados deseados.

Es común que confundamos emociones con sentimientos, pero estos últimos son aquellas sensaciones personales que percibimos internamente como resultado de la emoción. 

Es importante aclarar que todas las emociones son necesarias e importantes para nuestro correcto funcionamiento psicológico. Identificar nuestras emociones y las de los otros así como ponerles nombre no es tarea fácil, más aún cuando se manifiestan varias emociones a la vez. A esto lo denominamos conciencia emocional. Cuantas más emociones conozcamos, más fácil será poder identificarlas cuando las manifestemos así como mejor preparad@s estaremos para saber qué hacer frente a ellas.

Si ya tienes impresa tu tabla de las emociones y la has puesto en un lugar a la vista, y además, la cargas en tu celular todo el tiempo, para la identificación emocional es necesario que no ocultemos las emociones, que tengamos acceso a ellas por lo menos en algún momento del día, en los momentos más emocionales. Para ello es conveniente escribir un tipo de diario emocional que nos permita realizar una reflexión sistemática en algunos momentos el día para poder traer a la consciencia nuestras emociones y sus efectos. Este ejercicio permite además conocernos mejor y saber qué elementos cotidianos influyen en nuestros ciclos emocionales como pueden ser la comida o el sueño. En tu libreta te vamos a pedir que escribas lo siguiente: 

  1. A lo largo del día fíjate en las señales emocionales cuanto antes. Piensa: ¿cómo me siento? y escríbelo.
  2. Localiza físicamente la emoción. Fíjate dónde sientes la emoción (en el pecho, en la garganta, en las manos, ...). Escribelo.
  3. Ponle nombre a todas tus emociones. Con la tabla de guía, trata de identificar cada una de las emociones aunque en ocasiones puedan presentarse juntas. Sepáralas y etiquétalas.
  4. No juzgues tus emociones sean cuales sean, acéptalas.
  5. Busca el origen de esas emociones y el para qué se encuentran ahí.
  6. Dale en cada momento la importancia que tienen. No sugerimos que mantengas una emoción más allá de haber pasado la situación que la genera.

Recuerda que las emociones forman parte de nosotros y son herramientas fundamentales para nuestra supervivencia, para indicarnos qué camino debemos tomar así como para aumentar nuestro bienestar. Reconocerlas y expresarlas nos hace avanzar hacia una mejora de nuestra salud y calidad de vida.

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